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Cinthia Fernández se defendió y se complicó más

El reciente escandalete que envuelve a Cinthia Fernández, aún estudiante de Abogacía, y a su pareja, el abogado Roberto Castillo, por la polémica promoción de servicios legales, lejos de apaciguarse, se ha intensificado tras un intento de descargo de la mediática que resultó ser más un acto de evasión que de claridad, y la terminó hundiendo más. 

La modelo, que ya cursa el tercer año de la carrera, optó por refugiarse en frases superficiales en su cuenta de Instagram, decepcionando a quienes esperaban una respuesta seria y responsable. Su actitud ha provocado una gran indignación en el público que valora la seriedad y la ética que requiere la profesión de abogado.

Si te vas a defender así…

Frente a la gravedad de las acusaciones, la respuesta de Cinthia Fernández fue una gráfica en IG breve y llamativamente enfocada en excusas personales, eludiendo la cuestión de fondo:

  • «no tuve tiempo de responder todas las mentiras que dijeron sobre mí»
  • «estoy ocupada con las nenas»
  • «estoy muy tranquila»
  • «no tengo nada que esconder»
  • «cuando pueda hago el descargo»

Estas frases, lejos de tranquilizar, han sonado a un intento desesperado por ganar tiempo o minimizar un tema que reviste una seria preocupación ética y legal. La negación de que «son mentiras» sin especificar cuáles son, ni qué parte de la publicidad era incorrecta, es percibida por la gente como una falta de respeto a la inteligencia del público que vio el video promocional.

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Que le espera a sus futuros clientes

El punto de mayor conflicto y desazón social se centra en la justificación de la modelo: «no tuve tiempo de responder las mentiras» y «estoy ocupada con las nenas».

Acá es donde la gente alza la voz, y en las redes sociales se pregunta con profunda preocupación:

¿Cómo puede una futura abogada, que se prepara para asumir la defensa de los derechos y los intereses de terceros, decir que no tuvo tiempo para clarificar una situación que afecta directamente su credibilidad y la de su pareja abogado? 

Si una circunstancia personal y pública de esta magnitud no le merece una respuesta inmediata, ¿que ocurrirá el día de mañana cuando obtenga su título y deba afrontar una defensa o un trámite judicial con plazos inamovibles?

Un abogado no tiene la potestad de postergar una audiencia o la presentación de un escrito ante la Justicia porque está «ocupado con otras cosas». La defensa de un cliente y el cumplimiento de los términos legales son tareas que exigen una dedicación y una celeridad absolutas. 

La actitud de Fernández de evadir la respuesta urgente genera una enorme incertidumbre sobre la seriedad y el compromiso que pondrá en su futuro ejercicio profesional. Se percibe una desidia que es absolutamente incompatible con el rigor que exige el Derecho.

Posibles consecuencias para Cinthia Fernández y el Dr. Castillo

El descargo de Cinthia Fernández, lejos de ser una defensa, se convirtió en una demostración de la ligereza con la que está tratando una cuestión que podría acarrear graves consecuencias éticas para su novio, el Dr. Castillo, e incluso legales para ella, si se comprueba el ejercicio ilegal de la profesión.

La promesa vaga de que hará un descargo «cuando pueda» solo refuerza la idea de que la modelo no se siente en la obligación de dar explicaciones claras y contundentes. 

Este silencio estratégico, más que protegerla, está dañando su imagen y, lo que es peor, arrojando una sombra de duda sobre el respeto que se le debe a una profesión tan noble y necesaria como la Abogacía. 

La Justicia y el Colegio de Abogados podrían inhabilitar a Cinthia Fernández, impidiéndole obtener la matrícula y ejercer la Abogacía durante varios años o, en el peor caso, de por vida.

Por el lado del abogado Roberto Castillo se enfrentará a una posible y severa sanción ética, que puede ir desde la suspensión de su matrícula profesional por meses o años, hasta la exclusión definitiva para ejercer la profesión.

Con esta actitud está claro que Cinthia se hunde sola, generando la sensación de tener una gran falta de comprensión de los hechos, como si su realidad transcurriera en un set de televisión.

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